jueves, 30 de agosto de 2012

Segunda oportunidad ¡ Destino y felicidad !

                                                                
Aveces las personas somos simples eslavones de una cadena, a lo único que nos limitamos es "escuchar y escribir". Hace unos días tuve el gusto y el placer de conocer una historia de esas llamadas de verano de la infinidad que se producen cada año. Llena de felicidad y rebosante de emoción, paso a relatarla casi literalmente tal como me la han contado sus protagonistas:
Fue un día de finales de agosto, aquellos en los que se inicia el termino de la estación y muchos veraneantes aprovechan para disfrutar de los últimos días antes de hacer la maleta para volver a casa. Era su caso también e iba a hacer su penúltimo paseo por la orilla del mar, concretamente por Avda. Antonio Machado hasta los Baños del Carmen (Málaga).
Lo que no pensaba en ningún momento es que iba a producirse un acontecimiento que unos meses después le cambiaría la vida y le proporcionaría un río de ¡felicidad! Pocos metros antes de llegar a los baños del Carmen, se encuentra un pequeño mirador con unos bancos de madera y varios aparatos de gimnasia, donde solía descansar después de sus largos paseos, antes de iniciar de nuevo el camino de retorno al hotel, situado en el casco antiguo de la ciudad, donde le esperaba esos infinitos libros que había echado en la pesada maleta para amenizar el tiempo, leer el periódico y almorzar.
Un poco antes de llegar a los Baños del Carmen, a escasos metros del barrio de Pedregalejo, observó a una muchacha sentada en el bordillo del mirador ¡observando el mar! su única compañía era un portafolios sobre sus rodillas, ésta se encontraba escribiendo algo sobre un papel ¡estaba dibujando el mar y una pequeña barca de pesca tradicional!
Una mujer joven, de unos 36 años, cabello rubio, vestida con un pantalón corto vaquero, y una blusa verde esperanza. Se acercó un poco, y en ese momento levantó la vista y se sonrió. Se quedó hipnotizado, una sonrisa encantadora y sus ojos verdes esmeralda penetraron en su corazón, sin llegar a entender lo que en aquellos momentos le estaba sucediendo.
Después de unos momentos de inquietud e indecisión, retrocedió por miedo a molestarla y recibir por parte de ella alguna palabra incómoda, que le hiciera romper el hechizo que le había producido, siguiendo su camino y volviendo al hotel.
En las horas posteriores, se trató de inútil, estúpido y cobarde, al día siguiente volvió a ir al lugar donde la había visto, ya solamente encontró el lugar ¡ Un paisaje seco, a pesar de encontrarce al lado del mar, vació y sin sentido para él ! no encontrando "la barca de la dulce mirada".
Se acabarón las vacaciones, se dio cuenta que el mal que padecía no era volver a la dichosa rutina: simplemente se había enamorado y tenia una sensación de "perdida" dentro de si, ignorando cuando aquel doloroso recuerdo candente, le dejaría en paz.
Al año siguiente él volvió de vacaciones a Málaga, volvió a realizar en las mismas fechas su clásico paseo, con los primero rayos de sol, y allí comprobó que practicamente en el mismo lugar, donde un día perdió su amor, allí estaba élla (el destino le regalo una segunda oportunidad), sin portafolios, pero con los mismos ojos penetrante e hipnotizantes verdes esmeralda.
Esta vez, dejó el miedo y la cobardía a un lado, sin importarle poder importunarla o la respuesta que pudiese recibir, pero era su momento y no podía dejar pasar la ocasión y le habló, a partir de hay nació una relación que perdura en el tiempo, dando como fruto una niña preciosa, viven en Suecia y que decir cada año que cojén las vacaciones dan largos paseos por donde un día encontraron de nuevo la felicidad ¡ el paseo marítimo Antonio Machado ! en compañía del fruto de su amor.
Palabra ¡Felicidad! añorada y buscada por much@s, pero si la posees ¡no la dejes escapar! Porque es difícil de volver a encontrar.

1 comentario:

  1. Una bonita historia de amor, que les dure para siempre. En estos días en que vivimos en tanta inestabilidad es lo más complicado, mantener más que conseguir

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