lunes, 13 de julio de 2015

La pequeña llave

Salí de su pequeño apartamento sin saber que era la última vez que dormía allí. Debajo del felpudo de la puerta encontré una llave, pequeña, como si fuese del buzón, pregunté por si acaso fuese de algún vecino, pero resulto no ser de nadie, después comencé puerta a puerta a ver si encajaba en alguna de las pequeñas cerraduras, pero mi trabajo fue en vano.
Posteriormente mi cabeza comenzó a fantasear con la idea que era una llave para viajar en el tiempo, y después de varias divagaciones, llegué a la conclusión de que lo mejor sería empezar por el principio, y de repente, ahí estaba , huyendo de una dinosaurio un poco agresivo detrás de los árboles. Recuerda no podía tocar nada, solo mirar, no se puede cambiar el pasado, solo aprender de él. Así, de salto en salto temporal, viaje al 10.000 a. C., aprendí algo de la enseñanzas de Platón, participe en una cena romana, los señores romanos me cobraron impuestos, viaje en una de las carabelas " La Santa María" hacia el nuevo mundo, estuve en la discusión entre Góngora y Quevedo, voté a Cánovas, o Sagasta, no lo recuerdo bien, y por un momento tuve que esconderme en las montañas allá por el año 1937. Estuve en un concierto de los Beatles, brindamos por el principio de la democracia. De repente, dí un salto, esta vez no intencionado, y volví a mi tiempo, ya había llegado al lado de mi vehículo que lo tenía estacionado en una calle estrecha de doble dirección, bajo un gran pino, y me pregunte: ¿ Qué hago con la llave ? y después de pensar unos minutos, la guarde en el bolsillo del pantalón, nunca se sabe cuando querrás volver a viajar en el tiempo. Hoy si tuviera esa llave y no la hubiera perdido, volvería a viajar en el tiempo unos minutos antes de salir de su apartamento.

domingo, 5 de julio de 2015

La fábula

Un día, hace mucho tiempo, vino el frío. El invierno se aproximaba. Todos los pájaros se había marchado hacia el sur, donde poder vivir hasta la primavera.
Pero un pajarito, que tenía el ala rota, no podía volar y no sabía qué hacer, miraba por todas partes para ver si encontraba un agujerito abrigado y caliente, cuando vio los hermosos árboles del bosque.
" Quizás los árboles puedan abrigarme durante el invierno", pensó. Fué saltando lo mejor que pudo, hasta la orilla del bosque. El primer árbol que encontró fue un olmo con el vestido de plata.
- Buen olmo - dijo el pajarito-, ¿ quieres dejarme vivir en tus ramas hasta la primavera ?
- ¡ Ah, qué gracioso !, ya tengo bastante con cuidar de mis hojas. ¡ vete de aquí !
El pobre pajarito saltó de nuevo con su ala rota hasta el árbol siguiente. Era una hermosa encina.
- Gran encina - dijo el pajarito -, ¿ quieres dejarme vivir en tus ramas hasta la primavera ?
- Vaya pregunta dijo la encina; si te dejo vivir en mis ramas picotearás todas mis bellotas. ¡ Vete de aquí !
El pobre pajarito saltó de nuevo lo mejor que pudo con su ala rota hasta que llegó cerca del sauce al borde del río.
Buen sauce - dijo el pajarito -, ¿ quieres dejarme vivir en tus ramas hasta la primavera ?
- No, de ningún modo - dijo el sauce -; yo no hospedo nunca a extraños, ¡ vete, vete de aquí !
El pobre pajarito no sabía a quién dirigirse, pero continuaba saltando lo mejor que podía, con su ala rota. Pronto el abeto le vio y le dijo:
- ¿ Dónde vas, pajarito ?
- No lo sé- dijo el pajarito-, los árboles no quieren prestarme abrigo y yo no puedo volar con mi ala rota.
- ven a mi casa - le dijo el abeto -. Elige la rama que más te guste. Espera, yo creo que en este lado hace más calor.
¡Oh, gracias, gracias ! dijo el pajarito-, pero ¿ me podré quedar en ella todo el invierno ?
- Claro que sí. Así ,me harás compañía.
El pino vivía cerca de su primo el abeto y, Cuando vio al pajarito que saltaba sobre las ramas del abeto, dijo:
- Mis ramas no son muy frondosas, pero puedo proteger al abeto del viento, porque son muy fuertes.
 Así el pajarito se preparó un rincón bien abrigado en la rama más grande del abeto y el pino le protegía del viento.
Cuando el enebro lo vio, dijo:
- Yo le daré al pajarito para que se alimente mis bayas negras.
Las bayas del enebro son muy buenas para los pajaritos.
Nuestro amiguito se encontraba muy comento en su alegre habitación, bien caliente y abrigado del viento, y todos los días desayunaba en el enebro.
Los otros árboles vieron todo esto y comentaron.
-Yo no querría prestar mis ramas a un pájaro que no conozco - dijo el olmo.
- Yo hubiera tenido miedo de perder mis bellotas - dijo la encina.
- Yo no hablo jamás con extraños - dijo el sauce.
 Esta misma noche el viento del Norte vino a jugar al bosque. y sopló sobre las hojas con su aire helado y cada hoja que él soplaba caía a tierra.
- ¿ Puedo jugar con todos los árboles quitándoles las hojas? - preguntó a su padre, el rey de la escacha.
- No - dijo el rey -; los árboles que han sido buenos con el pajarito enfermo pueden conservar sus hojas hasta que les nazcan otras nuevas.
El viento del norte dejó tranquilas las hojas del pino, del abeto y del enebro, mientras que los otros árboles, por no ser buenos con el pajarito, las perdieron.
Y desde entonces, en el invierno, siempre conserva sus hojas el pino, el abeto y el enebro, y los otros árboles las pierden.