Te plantas ante un mapa que has comprado en alguna librería lo despliegas y comienzas a unir diferentes puntos que son ciudades. Esto quiero visitar y aquello, eso otro no puede faltar. Pasadas unas cuantas horas, tienes una línea alrededor del mundo con ciertos puntos difusos como te viste ante el espejo. Reservas un avión y esperas a que llegue el día. En los meses de espera, piensas en todo lo necesario, dinero, botiquin, ropa de verano o invierno etc.etc....
Lllega el día. Con la maleta hecha desde hace tiempo. Te levantas nervioso, habiendo dormido poco la noche anterior. Te miras al mismo espejo y lo comienzas a ver todo claro. Te vas a vivir nuevas experiencias, al fin ha llegado el momento, sales de casa con tu mapa que te ha costado cinco euros en la mano y otros tantos en la maleta. Caminas rápido, coge el tren, te ves protagonista de tu vida, llegas al aeropuerto, subes al avión. Y al despegar, piensas ¿ qué estoy haciendo ? ¿ hacia dónde me dirijo ? ¿ qué me espera ahí fuera ?. Y te das cuenta de que todo lo aprendido hasta el momento no sirve de nada. Toda la planificación se ha vuelto inestable en un segundo. Solo te tiene a ti mismo. Y ese pensamiento te llena de misticismo y te ves pensativo, miras al frente en pleno vuelo y continúas leyendo el libro que llevas apoyado sobre tus rodillas. Y soñar es gratis, imaginar también y sigues mirándote al espejo, y ya no te ves tan difuso, incluso se dibuja una leve sonrisa sobre el cristal. Y te dices.... lo haré algún día.