lunes, 3 de marzo de 2014

Recuerdos

Corrían los años setenta, había pasado el triunfo de Massiel en el Festival de Eurovisión, el hombre empezaba a conquistar el espacio y los Kennedy ocupaban interminables portadas de periódicos y revistas de medio mundo, y así, casi anejados, encendiendo y apagando los pocos televisores en blanco y negro que compartíamos algunos vecinos, niños generalmente tumbados debajo de la mesa del comedor por falta de espacio. Mi primera televisión una Vanguard, mi padre inmigrante en Suiza nos envió el dinero, trabajó en las carreteras cayéndole nieve en la chepa para que nosotros pudiésemos tener una vida digna, disfrutar de una televisión y no tener que ir a casa de los vecinos entre muchas otras necesidades que teníamos en aquella época. Nos arrebujábamos en el silencio de la noche y soñábamos con un futuro muy prometedor. Y lentamente, comenzaron a cambiar las calles de nuestra ciudad, nuestros barrios paso de la piedra y el barro, a los ladrillos, al cemento y al asfalto. Hoy hay demasiado de todo, inclusive los autobuses urbanos cada treinta minutos, chofer y cobrador en la línea de transporte de Olivero en los años setenta y tanto, realizaban la mitad de recorrido y tú  hacías el resto a pie para llegar a casa; actualmente cada quince minutos con el Ayuntamiento tenemos el autobús en la parada y nos deja casi o dentro de la urbanización y inclusive en el interior del domicilio, eso sí, el cobrador paso a la historia.
Las primeras farolas y algún que otro semáforo empezaron a formar junto con cajas de ahorros, bancos y parques parte del decorado de mi barrio, hoy en cambio, seguimos con lo anteriormente mencionado multiplicado por unos cientos de veces mejorado, piscinas cubiertas, gimnasios, parques infantiles, parques para soltar al perrito y un sin fin de comodidades, pero con el único " pero " que no sabemos vivir la vida, ni valorar las cosas, hemos creado entre tod@s una sociedad robotizada, con falta de sensibilidad hacia la familia, el vecino o el que duerme debajo de un montón de cartones cada noche.
Por último, la escuela, que albergaba dentro de sus paredes muchos recuerdos, y sueños que cada día salían de los pupitres dibujaban esperanzas en desconchadas pizarras. Profesores que de algún modo se interesaban por enseñarnos matemáticas, lengua e historia, pero sobre todo educación, cada día nos facilitaban la llave para abrir la puerta de la vida, hoy inclusive esto ha cambiado.

2 comentarios:

  1. La verdad es que hera mas bonito

    ResponderEliminar
  2. Nada permanece estático todo evoluciona y muchas cosas igual no se evalúan ni mejor ni peor sino diferentes.Todo depende del cristal que se mire
    ..

    ResponderEliminar

¡Gracias! por dejar un comentario