Nadie le preguntó si quería estar. Sencillamente desembarco en este mundo. Abrió los ojos, lanzó su primer grito, derramó su primer llanto y se vio invadido por decenas de ojos que no le apartaban la mirada de encima. Llegaba desnudo, sólo cargado de una infinita humanidad bajo sus brazos y adquirió su condición de ser humano.
Luego llegó el tiempo de aprender lo bueno y lo malo de la sociedad. El tiempo de recibir y observar; de admirar al grande y despreciar al ínfimo. El tiempo de preparse y ....desear : Ropa de marca, la bicicleta más chula, la mega colección de coches o Barbies, el monopatín más chulo para vacilar ante los amigos, el ordenador más "megapijo", la consola y el móvil más guay, y etc.etc..Porque entendió de ver y oír lo que la ley de la selva imponía, que cuando más conseguía tener, más lograba ser.
El mundo mundial nos ha vendido el "sobre deseo", una absurda y maléfica espiral de fuerza y poder. Y los que más tienen, más quieren tener.
Ahora, los países pobres siguen intentado paliar el hambre y los que en los últimos años nos hemos empobrecido, queremos seguir viviendo como en épocas de bonanza: apartamento en la playa para verano o fines de semanas, vacaciones en el Caribe, el coche se cambia cada dos o cuatro años, el cumple del niño en las "bolas" y todo los fines de semanas nada de cocinar en casa al restaurante etc.etc..... Se acabó el tiempo de tirar las manzanas imperfectas a la basura, ahora es hora de hacer confitura con ellas.
Algunos países como el nuestro esta pasando "sudor y lágrimas"para desandar ese camino equivocado que hemos llevado estos últimos años.
Ha llegado el momento de valorar la esencia. Se acabó el despilfarro y vivir como ricos. Quien aprenda a vivir con menos, será el nuevo rico. Hoy más que nunca, como dijo San Agustín, "no es más rico el que más tiene, sino el que necesita menos".
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