jueves, 16 de enero de 2014

El pijo y el lagarto

Para mi desgracia, soy o podría ser uno de esos 6.000.000 millones de parados que hay en nuestro país. Esa miserable cifra, que nos acredita como el más pujante de la sociedad española, hace algunos meses que conseguimos ese triste récord, ya formo parte de ese club desde hace un par de años. Y lo que me queda. Pero desde hace unos días, tengo una pizca de esperanza.
Por más que me empeñaba, no veía la luz al final del túnel. Sin embargo, he aquí que alguien ha venido a iluminarme: nuestra salvación, la mía y la de los incontables parias que como yo hemos quedado en la cuneta de esta autopista por la que antes circulábamos despreocupados, se halla en la capacidad de los pijos para mantener su nivel de vida y de consumo.
Desde que poseo esta información, estoy mucho más optimista. He pasado a desentenderme del crecimiento o decrecimiento del PIB, la prima de riesgo, los datos de la EPA o el déficit público. De todas esas calamidades saldremos, siempre y cuando los pijos, esa minoría benemérita y providencial de la sociedad, sigan necesitando darse toda clase de caprichos, que son los que a los que no somos pijos nos aportarán un  empleo y un sueldo que nos permita comernos unos a los otros dignamente ( esto es, sin acudir a mendigar a los comedores sociales). Y si somos lo bastante diligentes y solícitos a la hora de propiciar que los pijos colmen debidamente sus antojos, incluso es posible que se nos conceda el lujo de comer de vez en cuando algún filete de ternera y todo.
Aunque con el paso del tiempo me doy cuenta que llegamos a la tierra prometida, la empresa que puede procurarnos el pleno empleo, la felicidad y la satisfacción de nuestras modestas necesidades, es que toda la sociedad se juramente para que los pijos accedan en las condiciones las ventajosas y atractivas para ellos, a todo aquello que su pijerío les demanda que posean, hagan o disfruten, por poner un ejemplo: programa de la sexta " ¿ Quién vive ahí ? pijerío repulsivo en estado puro.
Bienaventurados los pijos, porque de ellos es el reino del terreno y ya mismo del cielo. Y bienaventurados quienes les sirven, porque ellos se comerán las suculentas migajas que caigan al sacudir los manteles de la cocina.
Conforme pienso esto  y me ilusiono porque los pijos mueven el mundo, y si hallamos la formula de agradarlos no dejarán de correspondernos en nuestro provecho, de pronto, me asalta en mi mente una duda. ¿ Qué fue antes, el huevo o la gallina ? Es decir: ¿ qué vino antes, la pobreza que nos obliga a mal vendernos para poder producir al más bajo precio posible los bienes de servicios, que tras la crisis, sólo los pijos pueden comprar, o el deseo de los pijos de adquirir por un precio más bajo todo aquello que desean y antes de la catástrofe no les servíamos en las condiciones en que ellos hubieran deseado ser servidos.
Mi incertidumbre no me aparta del recto camino. Sea una cosa o la otra, la ruta me ha sido señalada y me atendré a ese conocimiento. Quiero especializarme en producir algo que guste y apetezca sobre todo a los pijos, que son quienes pueden salvarme de los comedores sociales donde cada mendigo ha de disputarle el mendrugo de pan al otro.
No aspiro ni quiero ser pijo, aunque tentaciones todo el mundo tiene. Pijos si leéis esto, ya seáis lo que seáis, políticos, bienaventurados de la suerte, piojos resucitados a costa del esfuerzo ajeno "no sirvas al que ha servido" dice un refrán y esos que le bajan el sueldo al empleado cien euros para gastárselo en dos copas con los amiguetes  u otras especies parecidas. Os pregunto ¿qué queréis, qué necesitáis?. Pondré todo mi empeño en proporcionároslo. Por mi propio bien y del resto de los parados.
Y ahora me hago varias preguntas en mi foro interno:
¿ Y el lagarto ha quedado en libertad, han desahuciado al lagarto de la camisa del pijo, notan la crisis?

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